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También estuvieron al pie del cañón los voluntarios de Protección Civil pulverizando agua desde los balcones para refrescar el ambiente en plena tercera, cuarta o quinta ola de calor (ya ni se sabe cuántas llevamos este verano). Este punto neurálgico de la ciudad se llenó de vida, de gargantas afónicas, de gafas de sol, camisas de flores variopintas (ya vale cualquier cosa), calcetines hasta la rodilla, labios rojos, barbas frondosas y algunos bigotes.