Nuestra cultura fomenta los extremos a la hora de comprar moda: o bien la gente invierte mucho dinero en lo que se pone o va a las tiendas más ‘low cost’. Estas ‘excentricidades’ se las dejamos a los amantes más acérrimos de la moda, a los que, o bien no les gusta perderse ni un solo desfile, o bien tienen el suficiente dinero para que no le importe gastarse tanto en una prenda de ropa.