Aunque en el anuncio nos alerten de que es «para mujer», también la lucen hombres y, además, qué más da, si no se te van a ver la cara. No hay que chivarse, que suena como a comidilla, si no contar lo que hay. Para un adolescente que ha sufrido acoso escolar, que ha soportado maltrato, o las burlas de sus vecinos, convertirse en un miembro del clan, significa pasar de tener miedo a infundirlo.